jueves, 19 de enero de 2012

Trabajos

Ir a trabajos voluntarios es otra cosa. Uno no es la misma persona. Yo, por ejemplo, me olvido de lo que detesto estar llena de tierra y lo hago con gusto. Uno valora más las cosas simples, como poder sentarse en un w.c y lavarse las manos. Uno siempre trata de servir al otro sin esperar retribución alguna, pero cuando vez que la gente a la que ayudas te entrega lo que no tiene es un sentimiento inexplicable. Primero te miran extraño, como que invades su espacio y no entienden mucho lo que haces... te ven tirando pitas y haciendo hoyos, cortando tablas y llenando mangueras con agua. Después van viendo los cambios y comienzan todas las retribuciones de la forma que sea: matando la gallina, comprándote helados, buscando lugares de sombra, un abrazo, su compañía, como puedan. Se crea un lazo que jamás se va a olvidar, se cambian las vidas de todos. Nunca me voy a arrepentir de haber invertido tiempo, dinero y salud por todas las vivencias de trabajos.