
Un día de invierno en el 2008 iba con mi mamá por la calle, precisamente en Lyon con Providencia, cuando de lejos creo ver unos peluches en el suelo, y ella me corrige. "Son perros, vamos a verlos, son esos arrugados que me gustan". Y me enamoré de ellos. Y siempre quize tener uno. Hasta el domingo pasado, que tras trabajar 2 meses y molestar y molestar pude convencer a mi familia de comprarme el perro. Es precioso. Tiene ocho mil cuatrocientas veintucuatro arrugas, hace pipí y popó en el patio, le gusta el cariñito y dormir estirado en las baldosas o en el piso flotante. Tiene pesadillas, ronca y muerde lo que pueda. No le gusta comer y tomar agua solo y le limpiamos sus ojitos con té dos veces al día. Se le afilaron sus dientes de forma muy peligrosa, pero llegó a unir a la familia, todos lo adoran, hasta la hueona de mi hermana, que le tiene miedo a los perros. Me voy, porque toca su limpieza de ojitos. <3
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